viernes, 14 de octubre de 2011

AMLO quiere partido y lo necesita

López Obrador quiere su propio partido político, y lo necesita. Un partido que él controle directamente, no a través de intermediarios. Uno que sea de su propiedad, no una franquicia prestada. Hacia eso está encaminado el Movimiento Regeneración Nacional, conocido como Morena, que comenzó a formar a partir del conflicto poselectoral de 2006. El pasado 2 de octubre, Morena ya se constituyó como asociación civil. En enero de 2013, cuando se abra el registro de nuevos partidos, seguramente será el primero en la fila.
AMLO tiene un gran ascendente sobre el PRD, pero no controla el partido. En este momento, Nueva Izquierda, grupo coloquialmente conocido como Los Chuchos, es quien tiene la dirigencia nacional y toma las decisiones trascendentales del partido del sol azteca. El lopezobradorismo tiene la posición número dos, con Dolores Padierna en la Secretaría General, pero lejos está el tabasqueño de controlar el PRD como hace seis años.
Después de 2006, el lopezobradorismo también encontró refugio en los otros dos partidos que supuestamente son de izquierda: el PT y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano o MC). El problema es que estos partidos tienen dueño e intereses. El primero es de Alberto Anaya. El segundo, de Dante Delgado. Y ninguno de estos dos personajes es muy confiable que digamos.
El PT se formó a iniciativa del presidente Salinas y su hermano como una manera de dividir a la izquierda y ganar posiciones importantes en ciertos municipios del país, particularmente en Durango y Nuevo León. Al frente quedó Alberto Anaya, un bucanero de la política. Es una veleta: navega hacia donde vayan los vientos del poder. En 2006 encontró en AMLO una tabla de salvación para seguir medrando con su partidito.
Dante Delgado, por su parte, formó MC como una medida de supervivencia política. Hay que recordar que el ex gobernador priista de Veracruz terminó en la cárcel acusado de corrupción. Cuando fue absuelto y liberado, rompió con el PRI y puso su partido en un momento en que era más fácil hacerlo. Por razones obvias, MC tiene su presencia electoral más fuerte en Veracruz. De hecho, Delgado ha utilizado al partido como plataforma para lanzarse un par de veces, sin éxito, a volver a la gubernatura veracruzana (es su derecho ya que fue gobernador interino). Al dividir el voto antipriista en ambas elecciones estatales, le entregó la gubernatura al PRI en bandeja de plata. En 2006, como Anaya, Delgado encontró en AMLO también una tabla salvadora para que MC siguiera vivo.
¿Son Anaya y Delgado —ambos senadores plurinominales— socios confiables de AMLO? No lo creo. Y no lo creo porque la semana pasada el PT y MC apoyaron al PRI en su intento de presentar una terna de consejeros para el IFE sin el consenso del PAN y el PRD. Se partió la alianza de los tres partidos de izquierda. Interesante. ¿Qué le dieron los priistas a cambio? ¿Cómo es posible que el PT y MC negocien y apoyen a “la mafia priista” como la llama AMLO? ¿Cómo entenderlo?
Pues que estos partiditos están en lo suyo, que es la supervivencia para seguir medrando con el poder. Aunque le apuestan a AMLO para la Presidencia, le guiñan un ojo al que hoy parece será el ganador de la contienda presidencial según las encuestas: el PRI de Peña Nieto. Por utilizar un término financiero, PT y MC hacen hedging, es decir, cubren su apuesta mayor. Si gana AMLO, les va bien. Pero si gana Peña, no dude que se acomodarán con éste. Ya lo están haciendo, desde ahora, a su manera.
No sorprende, entonces, lo que dijo AMLO ayer en España: “Si los partidos de izquierda no están a la altura de las circunstancias hay que reformarlos y si de plano esto no es posible, debe optarse por construir, desde abajo y con la gente, nuevos partidos”. Más claro, ni el agua. López Obrador quiere un partido, y vaya que lo necesita.

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